jueves, 29 de septiembre de 2011


DESPEDIDA:

Aquel tercer agosto
tendía mil hojas
en oscura dirección
hacia lo profundo del alma,
que como por arte de magia
se desteñía en verde…

Un sol helado
caía perpendicularmente
salando el agua…
Vacío giro de la muerte.

Solo ese ladrillo color té,
y mi mano sobre la quinta tumba…

                                                                          Mahirimah

lunes, 26 de septiembre de 2011


Canción de la cuarta luna:

Traje mi vida hasta aquí, solo para mostrar que existo…
A pesar de lo muerto ayer… hoy sigo viva.


Estaba conmigo, era tan real…
No comprendo como partió sin despedida…
¡Sin decirme siquiera una palabra!
¡Sin mirarme a los ojos!
Sin dejar que me reflejara en ellos
como lo había soñado alguna vez…

¡Dolor de la cuarta luna!…  plumitas de azúcar…
Desvanecido derrotero… ¡no pude detenerlo!…

¿Cuántos amaneceres me hallarán llorando
sin entrelazar soles?...
¿Hay razón para decir: “soy”, sin él?...
¡¿A quién le brindaré mis besos más dulces?!…
Los latidos de mi corazón palpitante…
Quedará su canción aletargada eternamente…  


¡Grita la herida! hasta  desangrar…                                                               
¡Lastima los sentidos y perfora el alma!…


Ahora ya no está, y lo sigo amando…
El destino extravió nuestros caminos…
Dos átomos en distintos universos.
Vivió solo tres lunas… ¡Mil estrellas!
¡Polvo de fantasía…volveremos a encontrarnos!
¡Pero aún no es el tiempo...ángel dorado de mis entrañas!…

Traje mi vida hasta aquí, solo para mostrar que existo…
A pesar de lo muerto ayer… hoy sigo viva...
        
                                                                     Mahirimah

viernes, 23 de septiembre de 2011


  Cirugía de cartón:

  Por una calle de Buenos Aires, a velocidad normal y permitida, conducía aquel lujoso automóvil el Doctor Salvador Sampietro, cuando  escuchó sonar el bip del teléfono celular; eran casi las diez de la mañana y se dirigía a su consultorio particular, situado en un lugar muy distinguido de la ciudad. Como era usual, detuvo el auto a un lado de la calzada para responder la llamada…Por unos segundos desapareció la luz de sus ojos… temblaron sus piernas…sus manos rígidas… el corazón paralizado y la respiración entrecortada… durante un lapso de tiempo imposible de precisar no pudo musitar palabra alguna; ya que aquella voz del otro lado, le estaba dando la noticia más amarga y trágica…
  Hacía solamente treinta minutos, las había abrazado y hasta se había despedido bromeando…Ahora su esposa y su hijita de 5 años, se encontraban en el hospital zonal, de aquel pobre vecindario…
  Susana, cada mañana solía hacer las compras junto a Natacha en el supermercado, pero ese día en especial, decidió ir a visitar a su hermana primero, entonces, subió al coche a la pequeña  y  hacia allí se encaminó.
La vivienda quedaba a media hora de su domicilio y debía cruzar una villa de emergencia, “la 14”, para llegar al barrio. Éste no era muy vistoso, se podría considerar menos que aceptable; ya que junto a su esposo no había corrido la mejor suerte, de cualquier manera ellas nunca se distanciaban por mucho tiempo, las unía una fuerte amistad fraternal.
  Al atravesar una de las avenidas con la luz verde dándole paso, la señora Sampietro fue envestida por un conductor inescrupuloso que manejaba distraído, a gran velocidad y hablando telefónicamente dentro del vehículo.
¡El impacto fue terrible! uno de los autos, el de ella, dio varios vuelcos sobre sí mismo y quedó con los neumáticos mirando al cielo…
Aquel hombre había hecho caso omiso de las señales de tránsito, no respetó siquiera la luz roja que lo obligaba a detener la marcha...
  Con tono de desesperación, cuando logró volver a respirar, ya con lágrimas en sus ojos, aun temblando… preguntó:-¿”En qué estado se encuentran”?-
-“Están siendo intervenidas quirúrgicamente en este mismo momento”-fue la rápida respuesta.
Sin poder contestar, cortó la comunicación… De manera casi autómata como un fantasma totalmente fuera de sí, se puso en marcha hacia el nosocomio…                                                                                                  Conocía muy bien el sitio, ya que su residencia la había realizado allí mismo y aun habiendo montado un consultorio propio, seguía realizando algunas guardias ad honorem, solo por cariño hacia sus colegas…
  Al llegar, fue directamente a la zona de cirugía, colocándose una bata y un barbijo que encontró en el pre-quirófano, ingresó a la sala de operaciones, donde las vio tendidas, totalmente entubadas e inconscientes, no le causó impresión… el ansia de salvarlas lo invadía…
  El resto del equipo médico no pudo poner obstáculos a su presencia, porque todos conocían a las jóvenes; muchas veces Susana y la niña les habían hecho compañía durante las noches…
  Después de largas prácticas, ante los ojos aterrados de los presentes, sus vidas se apagaban…Sus cuerpos estaban siendo cubiertos con sábanas blancas por dos enfermeras…
  No había consuelo que el director, quién lo tenía tomado por el hombro, le pudiese dar al desbastado hombre…. Su mente no quería aceptar la realidad, en varias oportunidades creyó que despertaría del mal sueño…
No era posible la idea de no tenerlas nunca más a su lado…y aquella desesperación por retener sus vidas, junto a la tristeza inmensa de la pérdida, comenzó a convertirse en depresión, misma que lo llevó a tener “alucinaciones reiteradas con pérdida temporal de la razón” (según criterios psiquiátricos), entonces  por sus propios medios para ponerle fin a las habladurías de aquellos que lo rodeaban, “su humanamente ciego círculo social” en el cual ya no sentía tener espacio; decidió  internarse en un sanatorio mental a pocos días del luctuoso funeral…
  Luego de seis largos meses, numerosos test, finalmente la dieron el alta, un certificado que le extendieron decía: “Alta Definitiva”, lo extraño fue que al mirarlo por primera vez, creyó leer: “Muerte Definitiva”, pero lo importante era que tenía de nuevo “la posibilidad de conectarse con la vida”…
  Lo esperaba afuera un viejo colega y amigo de la familia, quien lo llevó a un hotel, porque Salvador le refirió no querer regresar a la casa… Eran muchos recuerdos, decidió venderla…Tampoco volvió al consultorio, donde lo aguardaba su secretaria; pero esa misma tarde caminó hacia allí solo con un propósito… Quitar la plaqueta identificadora en la que  se podía observar:” Dr. Salvador Sampietro, Médico Cirujano” y dejar a la señorita Mariela, su asistente, un sobre conteniendo sueldo e indemnización, junto con una nota de puño y letra a manera de disculpa: “Todavía no vivo para ayudar de esta manera”…
  Se alejó del lugar caminando sin rumbo por varias horas, se sentó en el banco de una plaza a descansar, ya era de noche, pero él seguía meditando… hasta que llegó a la conclusión… No estaba yendo a ningún lugar en especial, por otro lado, tampoco sentía tener la obligación de hacerlo; entonces decidió seguir errando sin rumbo alguno…Dormía bajo las estrellas y curiosamente solo en ese momento su rostro irradiaba felicidad…
  Tras varias semanas de vagabundeo, el aspecto era irreconocible… Arrastraba un carrito de supermercado con grandes cantidades de cartones, iba por las calles como buscando algo más; algo que nunca podría reciclar…
Sorpresivamente escuchó una voz: -“¡Dr. Sampietro!...” (Era un cirujano amigo que creyó reconocerlo), pero no se dio por aludido y siguió su camino…Así paso con varias personas… pero él… Ya no era ese hombre que nombraban, nunca volvería a serlo…No había podido salvar a quienes más amó en su vida,  no se consideraba digno de seguir con la profesión…
  Solo a manera de recuerdo, conservaba en el changuito un papel que nunca vendió: “Certificado Médico Cirujano Dr. Salvador Sampietro Matrícula…”.
  Muy poca gente supo lo que en verdad le había ocurrido al excelente especialista…Solo saben que alguien con cierta instrucción médica, hoy da consejos debajo de un puente a quienes se lo piden…
Se rumorea sobre lo trágico y desgraciado de su anterior vida, pero sin ninguna clase de certeza. A cerca de su actual estado, la mayoría solo lo califican como un ciruja más…
  Solo espera ansioso el momento de volver a mirar las estrellas cubierto con un cartón…. Cierra los ojos, pide a Dios que haga bien corta su miserable vida… Se sume plácido, solitario en un letargo de ensoñación que no parece diferenciar  la muerte de la vida…sonríe…las besa…las abraza…las siente vivas…mientras la noche avanza y despunta el nuevo día…
 Pero no será uno distinto, no lo verá como los demás seres. Casi como por rutina, sin saber porque, sin pensarlo siquiera, irá hasta aquella esquina… Donde lo espera un nuevo diario con fecha actual, pero siempre el mismo titular: “Trágico accidente…”…
                                                                                                                             
                                                                                                      ALMAZUL

Almas ciegas:

Anoche tropecé con un ciego,
pude ver en su vista mil miradas,
escuchar negros llantos lastimeros
y a cientos de criaturas que clamaban
con ojos bien abiertos…
Palpar la desazón del alma
latiendo en ancianos abandonados…
La congoja amarga
bramando en desolados corazones maternos
ante la pérdida de sus hijos…
El sufrimiento aciago
que invade a los enfermos terminales…
La sensación de hambre
en la depauperada carne
de famélicos seres púrpuras…
Advertí la indiferencia atroz
de las personas
ante estos sufrimientos…
Una lluvia caía…
lloraba el cielo la ceguera
que nos afecta a todos…
Menos al  ciego...

                                                     Mahirimah

miércoles, 21 de septiembre de 2011



Nada existe, si no existes…

Nada es igual desde que no existes,
mis ojos no miran, solo ven…Vuelve…
Este es uno de mis peores poemas,
porque no lo escribo…lo lloro...
Ya sin aliento reclamo…
Gritos rojos corren por mis venas,
sueños negros acariciando el alma,
lastimeras burbujas de ilusiones
se desvanecen desteñidas en gris…
Soplos de viento nauseabundo…Respiros.
Igual que ayer tiemblo
solo cambia el sentido…
Mañana será otro día…
Tal vez te olvide, 
             quizás así puedas recordarme… 
                                                                                                  Mahirimah
                                                                                              
                                                                                                                                                                                                                                                             

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Danza Arabe con velas y derbake


Dulces las sombras me disfrazan,
sueños que nacen, acariciando días,
nada más allá del camino tiene valor…suspiro…
Y los giros danzan constantemente…
yo con ellos me alejo del abismo,
volviendo a florecer entre telones
que no siempre me dirán lo mismo…
Pero hoy es hoy y estoy ahora,
vacía de miedo, de pena, de silencio…
La música atraviesa mis neuronas
y sé que sigo viva… Ya no muero…     


Mahirimah    


lunes, 12 de septiembre de 2011

Porque la Danza es poesía del alma
que se refleja en el cuerpo...
AMO DANZAR!!!!!!!!!!
Cristales



En esa esquina, detrás de la quinta bambalina
el enigma de octava entrada…
Un anzuelo indiferente azota su alma…
Pesimista presagia el dolor de envejecer
cruzando aquel túnel donde yacen agonizantes las esperanzas…
Agosto la mantiene aún erguida perpendicularmente.
Sus piernas…

Cristales ondulantes
forman un frágil espiral
que gira destellando luces interiores
de ilusión palpitante…
Flagela ansiosamente todo su ser
desde la profundidad misma,
hasta saciar el espíritu
sobreestimado
por largas noches de café conmigo…
Mis ojos…

Ciegos y egoístas
gavilanes de luna
se embriagan del espectáculo…
Sin dejar de admirarla
                        me  alejo tácitamente de ella…
                          Dolor…

                                                                                                                  Mahirimah

sábado, 3 de septiembre de 2011

Este miedo de ti, de mí... de todo...






 


Este miedo de ti, de mí... de todo,
miedo de lo sabido y lo entrevisto,
temor a lo esperado y lo imprevisto,
congoja ante la nube y ante el lodo.

Déjame estar. Así. ¿No te incomodo?...
Abajo ya es la noche, y hoy has visto
cómo acerca el temor: aún me resisto
pero me lleva a ti de extraño modo.

Déjate estar. No luches: está escrito.
Desde lejos nos llega, como un grito
o como un lerdo vértigo rugiente.

Me darás lo más dulce y más amargo:
una breve alegría, un llanto largo...
sé que voy al dolor. Inútilmente.                   



                                                                      Julia Prylutzky Farny